Sunday, June 25, 2006

El centro del punto

Estoy en las nubes de mi tristeza. Cuando veo todo lo que se mueve, siento un calor tibio que me recorre el esofago. Y pierdo la sentimentalidad vaga de una joya que no brilla por la muerte que carga. Las palabras evacuan, pero no me llenan. Solo se llevan mi intencion de decirte. Y la voluntad aguda que siento por las cosas del pasado. Somos uno y distintos en tantos momentos que tal vez sea algo sin final. Y de repente estoy sentado sobre una torta de personas que me comen los talones. De repente me arrugo como un ser verde y muestro mis dientes en ausencia de otras señales de defensa. Si mis dientes no se movieran, seria otra mandibula la que daria saltos por otro tanto de gasolina para el alma. Milagrosamente economico resulta vivir cuando no estas atrapado en una azotea sin mi. Se lo que resulta inquietante acerca de ti y de mi, y no puedo contradecir nada de lo que no encuentra contradiccion mas que en la ausencia de silencio. Quisiera encontrar una respuesta solida en todo esto. Poder decir si por una vez, o no. Con tal que sea un hecho cosmico, universal y justo. Solo un segundo de verdad para poder continuar. Para verte partir con el sol en el pelo. Un espacio calmo sobre mis cejas, donde nada cruja de preocupacion. Y si entiendo todo lo que entra por esta puerta es porque es mi puerta. Mi sol, y mi preocupacion. Mi reticencia y mi dificultad. Los rubies perplejos de mi cielo rosado, esroico y perezoso. Mi continuo deambular en la esfera de mi amor por todo lo que se mueve y suena. Mi centro de rehabilitacion diurna, mi balance y mi salud. El banderin de papa y mama. La mancha amarilla de fatiga. De rodar por la bolsa de plastico negro. Un ojo fuera de quicio que se enfria con el viento de este invierno. Si todo tiembla es porque todo tiene que caer cuando es mas alto que la verdad que soporta, y la antena de mi confusion trasmite a 6000 metros por encima de la soledad de mi angustia, que se retuerce a gritos, oscura y humeda, en las venas de una tierra que no es esta. En la misma selva en que te encontre te pierdo, y las luces quedan todas solas. En el paso y cruce del olvido que me tienes y la furia que suena en toda mi piel como si fuesen tus golpes y patadas. Pero todo vuelve a brillar, y siempre puedo desplomarme otra vez.

Friday, June 02, 2006

El fuego

Pertenezco a una raza eterea y centimetrada,
Todos los miles de kilometros y el poste de la horca.
Gemir ante ti.
Ser inverosimil, como siempre he sido, con mi espiritu en la mano,
Y el alma clavada contra las vertebras.
Soy la ultima forma del azar. Soy todo el aliento de un torbellino.
Soy cabra, sin perdon sin sentido y en vano.
Soy con lo que me tropiezo, cuando queria chocarme contra ti.
Soy sobre todo, alguien que viaja lejos, para entrometerse en asuntos que no son de su incumbencia. Tengo el viento y la lluvia y todo lo que queda en la mano.
Oler, beber y tirar los dados hasta que estallen.
Tengo almas negras atrapadas en el pecho, de personas que no son yo, ni pueden expresarse, pero que coinciden a parasitarme.
Tengo todo escuchando por los poros.
Tengo la espera insportable del mareo de un reloj.
Entonces, decile que volaba, y que me reia y que no queria nada de nadie.
Son las cerezas. Son todas ellas. Las que corren, las que corren.
Si me siento, o me corro. Si vuelo o si desaparezco, rio canto y lloro.
Ocho patas y dieciseis cuernos.
Soy la cabra mas orgullosa de la cuadra.
Me balanceo con la gracia de un hombre blanco estuporoso.
Me balanceo con la gracia de la afeitadora que me esquila.
Me contoneo y bailo.
Abrazo la hoja y hago que me sangren los hombros.
Las patas y las pesuñas... y de repente saliste del ropero,
Y me dijiste que nada importaba.
Que mis dientes cenaban junto a ti la otra noche, aunque yo estuviese ausente.
Y que mi lana no vale nada, porque no hay lana de cabra que sea de valor,
si no se la prende fuego.
Y que yo, no era combustible.